República
Bolivariana de Venezuela
Instituto
Universitario Valle de Momboy
San
Cristóbal estado Táchira
Evaluación
Institucional
Integrantes:
Moreno
Belkys c.i.
9.234.436
Sanchez Lisbey c.i. 11.493.601
Roa
Alba c.i.
9.338.032
Villaquiran
Beatriz c.i.
22.641.159
Licd. Msc: Jesús
Omar Díaz
Septiembre
2016
Desde
hace décadas en el ámbito social, comercial, educativo, laboral entre otros se
desarrollan sistemas o conceptos relacionados a la evaluación en diversos espacios
de la sociedad, que permiten relacionar las acciones en un entorno para
controlar el progreso de los individuos, una tarea nada fácil que tiene por
finalidad, tener un mejor control a la hora de implementar técnicas que conllevan
a la comprensión de casos de investigación donde se valoran objetivos o metas
planteadas para tal fin, un tema apasionante que evoluciona cada día con nuevos
aportes de autores e investigadores que contribuyen al avance de la materia
proponiendo nuevas visiones sobre el abordaje de los métodos de evaluación.
Sin
embargo el filósofo y científico Michael Scriven reconocido
por contribuir al proceso de evaluación refuta las teorías clásicas, al
proponer nuevas comprensiones sobre los procesos evaluativos con métodos que
facilitan la aplicación de conceptos más amplios donde se desplazan las metas y
se reconocen las necesidades; en este sentido, el autor plantea la evaluación
orientada al cliente o centrada en el consumidor, método
que plantea que el evaluador debe trabajar con y para ayudar a aquellas
personas que desarrollan e
imparten servicios, es decir al evaluador al servicio en diversas áreas considerando que los distintos
clientes tienen distintas prioridades que deben ser sujeto de evaluación u
observación con especial atención.
No
obstante, el modelo plantea la comprensión de las necedades más allá de las
metas, objetivos o resultados esperados que también son importantes pero que
pueden verse beneficiados durante el desarrollo de los procesos pues, cada
individuo o grupo presenta características distintivas que requieren de
técnicas o mecanismos de evaluación diferentes y que no pueden atribuirse a
patrones establecidos, ya que existen previstos e imprevistos que requieren
acciones particulares del contexto, el proceso y el producto por ende, el
evaluador debe ser un observador acucioso que logre establecer la transición de
paradigmas cuantitativos o cualitativos según se corresponda.
En
este orden de ideas, según Scriven la evaluación es
entonces un proceso sistemático que persigue emitir un juicio de valor
fundamentado objetivamente, lo cual hace alusión al carácter continuo y
permanente del acto evaluador, a la necesidad de basarse en un procedimiento
que garantice su objetividad, todo ello con el propósito de generar juicios de
valor respecto a algún evento o hecho educativo; sin embargo, Es una ampliación
de criterios en tanto que, no sólo se restringe al logro o no de un propósito
sino que valora el proceso y admite que pueden aparecer nuevos objetivos no
previstos originalmente.
De
igual forma, al revisar sus planteamientos, resulta innegable que demuestran
que el concepto de evaluación ha evolucionado, no obstante, ello no significa que unos anulen a los
otros, por el contrario, cada uno nace en un tiempo y un momento determinado, y
aportan una respuesta que se ajusta a un contexto, pero que sirve de basamento
al siguiente y lo complementa.
Ahora
bien, el modelo de evaluación orientada al consumidor o al cliente propuesto
por Scriven también es conocido como modelo sin
referencia a metas, por cuanto para este autor, lo importante no es evaluar el
logro de los objetivos sino emitir juicios de valor, en tal sentido,
el propósito de este método es juzgar los méritos relativos de bienes y
servicios alternativos, por ello sus organizadores previos los constituyen las
necesidades y valores sociales, lo cual es interesante ya que rompe las
estructuras y se adapta a nuevas formas y acciones que surgen del proceso mismo
y que pueden inferir positivamente en los resultados deseados por el evaluador
al obtener una visión más integral de las características y necesidades del
cliente o beneficiario que participa.
Por
tal motivo, el método se interpela sobre el valor que tiene un programa que se
oferta en relación a los costos que éste genera, las necesidades concretas de
sus consumidores o beneficiarios y los valores en general de la sociedad a la
cual se dirige; si se considera el ambito educativo
se haría referencia a la inversión que se realiza en el sector, el grado de
satisfacción de necesidades de sus educandos, y la respuesta que ese sistema es
capaz de dar a las demandas de su contexto y su sociedad; Es así, como el autor
sugiere instrumentos y técnicas esenciales las listas de control, los test
diagnósticos, las entrevistas, la elaboración de informes, en fin, todos
aquellos que permitan realizar una descripción del juicio del evaluador luego
de ejecutada su función.
Sin
embargo, Scriven también introduce los conceptos de
evaluación formativa que se realiza durante el proceso y sirve como
retroalimentación y guía para el mejoramiento del programa durante su ejecución,
también proporciona
información para ayudar a planificar y luego producir algún objeto, en general,
se realiza para ayudar al personal a perfeccionar cualquier cosa que esté
operando o desarrollando; de igual forma plantea la evaluación sumativa que es un juicio valorativo y se centra en la
evaluación de los resultados y efectos del programa, con un enfoque analítico,
buscando establecer relaciones de causalidad entre variables dependientes e
independientes que puede ayudar a
los evaluadores, también representa un avance sobre las alternativas
disponibles, por lo general, debe ser realizada por un evaluador externo para
que aumente la objetividad.
Es
importante destacar, que el modelo sin referencia a las metas propuesto por Scriven, requiere criterios o estándares que le sirvan de
base para juzgar la efectividad de un programa, ya que las necesidades son la
base de la evaluación, pero las necesidades de los consumidores o clientes no
son comparables a sus deseos, requieren ser determinadas y descubiertas
mediante un análisis externo y objetivo. Por tanto, el modelo cuenta con
algunas ventajas como su carácter flexible, su capacidad de adaptarse a cambios
repentinos, a nuevos contextos además de su capacidad para valorar los efectos
secundarios y consecuencias de un programa y la capacidad de ajustarse a un
entorno social con características particulares y valores propios.
De
igual forma, dentro de los contra del modelo destacan que si bien es cierto que
afirma que las necesidades del consumidor pueden ser racionalmente
demostrables, y se puede asegurar que no correspondan a deseos ni intereses
sino a necesidades reales; siempre existe la posibilidad de que aquello, que se
diagnostique como una necesidad real no lo sea, sino que responda más a consideraciones
del evaluador, lo cual implica una enorme carga de subjetividad, así mismo
valorar un programa en función de su capacidad de satisfacer necesidades
únicamente, sin considerar los propósitos para los cuales fue diseñado, no
permite establecer una postura objetiva de su eficiencia; razón por la cual, la evaluación es preponderantemente comparativa por lo
que debe atender los costos y los beneficios para entender las necesidades del
cliente ya que la orientación supone múltiples dimensiones.
Por
esta razón, a pesar que el modelo establece su enfoque analítico racional, con
un concepto claro sobre la evaluación y sus propósitos y características es
necesario comprender que el éxito de su aplicación depende de la metodología
aplicada en el buen uso de los criterios que la componen y las acciones que
resulten permitirán responder a las observaciones producto de esas necesidades
latentes en los clientes. En definitiva en la evaluación sin metas como también
se le conoce al modelo el evaluador es ignorante de las metas fijadas para el programa ya que es reversible
y complementaria pues, se inicia sin metas para diagnosticar y su ventaja es
adaptarse a los cambio de metas durante el proceso.
En este
sentido, Scriven afirma que la principal responsabilidad
del evaluador es emitir juicios bien informados, ya que la meta de la
evaluación es siempre la misma juzgar el valor, pero, las funciones de la
evaluación son enormemente variadas, considerando que se puede formar parte de
la actividad de la enseñanza, del proceso de elaboración de currículos, de
algún experimento relacionado con el perfeccionamiento de la teoría del aprendizaje,
de una investigación preliminar entre otros. Pues el fracaso de distinguir
entre la meta de la evaluación o juzgar el valor de algo y sus funciones que es
utilización constructiva de los datos evaluativos, ha conducido a la imitación;
Para Scriven, una valoración objetiva del valor es la
condición irreversible de la evaluación, por esta razón es que existen dos
funciones principales la formativa, que ayuda a desarrollar programas y otros
objetos; y la sumativa, que calcula el valor del
objeto una vez que ha sido desarrollado y puesto en el mercado.
En
conclusión, los aportes propuestos en el modelo evaluativo desarrollado por Scriven invitan a un proceso de evaluación de los programas
educativos en función de las necesidades de las personas y las sociedades a
quienes ellos van dirigidos, ofreciendo una amplitud y flexibilidad, tal vez un
tanto utópica, pero ideal considerando la diversidad el dinamismo humano. Sin embargo, esta
amplitud y la dificultad para hacer objetivo además de global ese proceso de
determinar necesidades humanas, precisamente por sus características diversas y
dinámicas, lo convierten en un modelo con una amplia carga de subjetividad.
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